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lunes, 22 de agosto de 2016

VIAJE CATÁRTICO A NINGUNA PARTE

Un día oí que alguien había sufrido un arrebato sin igual y había cometido una gran locura. Profesional de éxito, con grandes perspectivas de crecimiento en su empresa, vida solucionada económicamente, amistades numerosas y sentimentalmente satisfecho con su pareja…la persona en cuestión era como un décimo de lotería de Navidad premiado, pero con patas.

Envidiado por todos (algunas de estas envidias hasta eran sanas) y valorado casi como ese Dios en el que todos debíamos mirarnos….pues lo dejó todo! Casa, trabajo, amigos, pareja, familia….todo en absoluto; compró un billete de avión y estuvo desaparecido durante un par de años.

Pronto, los que lo admiraban y catalogaban de icono, comenzaron a criticar su actitud como reprobable e irresponsable…en lo mejor de su vida familiar, profesional y sentimental desaparecer sin dar ni las buenas noches!!!. Otros quedaron expectantes…confiaban en su buen juicio hasta el punto de pensar que, aunque nadie lo entendiera, su marcha se debía a una razón bien importante; de esas que te dejan sin palabras cuando te las explican.

Y un día volvió…más delgado, con el cabello largo, la piel muy curtida por el sol llevando puestos unos vaqueros que se caían a jirones ….por su aspecto parecía volver de una batalla terrible de la que, solo por los pelos, había conseguido sobrevivir. Poca gente dejó de mirar su aspecto derrotado y supo reconocer en sus ojos una luz prodigiosa.

Cuando llegó la hora de las explicaciones sencillamente dijo que constantemente soñaba con recorrer el mundo que veía en los documentales de la tele y que quería verlos al natural pero que el peso de la vida que había creado entorno suyo se lo había impedido hasta ahora. Tan solo pensó que ya había dejado pasar mucho y que ya era tiempo de salir de la duda….la simple y contundente duda de si merecería la pena la experiencia; nunca lo sabría hasta que se atreviera a hacerlo.

Yo he vivido algo parecido durante más de un año, también he dejado todo lo que en mi interior había cultivado durante años y he salido de vacaciones indefinidas (hasta donde duraran) para tener claro de una vez para siempre si realmente merecía la pena ser pandereta en vez de Stradivarius.

Reconozco que los ratos de despreocupación y de electroencefalograma plano han tenido su gracia, tan fácil como no pensar en lo que estaba viviendo sino sencillamente sentirlo… ni si era bueno o malo para mí…. ni en si cuando volviera (si es que finalmente volvía…que claro tampoco lo tenía) ese huerto que tan bonito y cuidado dejé estaría de hierbajos hasta más arriba de la valla que lo separaba de la autopista del sinsentido….cómo estarían mis rosas sin espinas cuando regresara?

Yo, que la droga más dura que he probado en la vida ha sido el vodka con naranja que me tomaba con los compañeros al salir del trabajo los viernes, creo que los alucinógenos de diseño de los que habla la gente deben ser algo así….los tomas y te olvidas por completo de lo que eres, de lo que debes hacer, de lo que deseas…..incluso de la mayor responsabilidad que tienes en la vida; esa ineludible obligación contigo mismo de crecer y ser feliz.

Y vives una loca aventura no real que te desinhibe y te hace convertirte en cualquiera…..sí, cualquiera; el primero que pase por la calle…el chistoso, el bailarín, el ligón que se las lleva a todas de calle….y en ocasiones hasta el tonto del pueblo que vende el burro para comprar el carro.

No es mala experiencia; dejarlo todo para saber, de una vez por todas, si la vida de despreocupación que viven otros es tan buena….tener claro si esas “comeduras de tarro” que llevo padeciendo toda mi existencia realmente tienen sentido o si llevo casi 50 años equivocándome. He querido entender definitivamente si, vivir sin oírme por dentro, es realmente tan maravilloso como me decían algunos personajes de mi entorno (…es que tu “rulas” demasiado….las cosas son más simples….lo que tienes que hacer es vivir en vez de pensar tanto).

Pues bien, mis queridos amigos….acabo de desembarcar y estoy junto a la cinta de equipaje esperando que salga mi vacía maleta; ya he vuelto de este largo viaje a ninguna parte. Vuelvo con los pies doloridos de tanto esperar en una esquina a que llegara algo realmente extraordinario, con la boca seca de hablar a oídos que no saben escuchar y con las uñas rotas de tanto escarbar buscando oro donde lo más brillante que había era el papel de aluminio que envolvía el bocata. Eso sí…he viajado un poco y he visto sitios que desconocía, he tenido manos que me han ayudado a cruzar un arroyo y he aprendido que mentir, muchas veces, evita dar explicaciones a quien no las va a entender nunca (que todo no va a ser negativo….).

Tengo un amigo que me ha cuidado el jardín en mi ausencia porque consideraba valioso lo que allí había sembrado….sabía que volvería tarde o temprano (gran amigo este cazador de mariposas) y ha sabido recordarme las cosas buenas que debía mirar en mi interior cuando, explicándole mis dudas, le enviaba una postal de vez en cuando. Así que mis rosas siguen bien regadas donde las dejé, aunque ahora necesiten más mimos para compensarlas de tanto abandono.

Ya estoy en casa de nuevo y esperando que la gente sepa ver en mis ojos y no en mis ropas si realmente este viaje me ha merecido la pena (porque eso no lo voy a contar...quiero que quede para mí propio secreto); pero sí que puedo adelantaros que, la duda que me corroía desde siempre, finalmente ha dejado de existir en mi cabeza y en mi alma.

Hey, I’m here and……connected!


jueves, 29 de enero de 2015

TOO FAST....TOO FURIOUS

A parte de trabajar en una empresa totalmente vinculada al mundo tecnológico y de la toma de decisiones empresariales (Business Intelligence), poseo en mi exigua (pero de gran calidad) cartera social a un muy querido amigo dedicado a la informática.

En una de estas largas conversaciones que mantenemos de vez en cuando, en las que tratamos de perfeccionar la cuadratura del círculo o de determinar si los ángeles son realmente transexuales indecisos, me soltó una de esas grandes verdades de escasas palabras que tienen la virtud de quedarse marcadas en la mente. Afirmó que vivimos inmersos en un mundo que nos ha acostumbrado a que, al pulsar un botón, debe pasar algo sí o sí....y normalmente de forma inmediata.

Este efecto acción-reacción inaplazable queda muy lejos de otro estilo de vida en el que, justamente la paciencia y el confiar en que sucederá aquello que aún no ha sucedido, forma parte de la existencia de muchas personas. Mi pensamiento, en este sentido, me lleva a los hombres del campo que deben primero labrar, después sembrar, regar y tratar la cosecha para, tras meses de esperanzas y esfuerzos vean aparecer el fruto que  todavía deben dejar madurar para luego recolectar.

No me imagino hoy en día a un joven de nuestra actual sociedad con el sosiego suficiente para esperar ni tan siquiera la cosecha de su propio porvenir...tanto es así que, incluso cuando aún están sembrando en los institutos y las universidades el grano que les alimentará en un futuro, no dejan de apuntarse a cursos, seminarios, actividades complementarias o prácticas agotadoras que suman puntos a su currículum.

Luego pasa que, tras años de estresante preparación, cuando por fin consiguen su primer trabajo, sus expectativas quedan tan por encima de la realidad, que la frustración les impele a ir todavía a por más...a prepararse aún mejor, a sembrar continuamente grano sobre grano en un afán enfermizo por obtener una mies imposible cuando, cualquier campesino sin tanto currículum, le puede explicar la importancia del aclareo del fruto para obtener un rendimiento mayor.

Así, llegar a los 35 años y sentir que la vida no te ha devuelto ni la mitad de lo invertido es lo normal...Tanto correr para llegar a la fiesta de cumpleaños de una reina de corazones loca y terminar en un partido absurdo de croquet que ni siquiera puedes ganar.

Existe un análisis por la red muy bien traído por el que, si hacemos caso de las recomendaciones que nos hace la sociedad, los médicos y la publicidad referente al momento para el descanso, o para hacer unas digestiones tranquilas, practicar un poco de ejercicio, dedicar algo de tiempo a socializar, reservarnos un espacio a estar informado sobre el mundo en el que vivimos y formarnos, atender a nuestros seres queridos y ser eficaces en nuestra vida laboral...terminariamos necesitando días de más de 48 horas.

Lo peor de de esta sociedad del "aquí, ahora, rápido, ya, quiero más, corre que no llego" tan exigente es que este estilo de vida hiperactivo nos sumerge en una desconexión total de nuestras emociones desviándonos de lo que realmente es importante: ésto es...VIVIR. Porque por mucho que lo pretendamos nunca llegamos a todo y, aún así, nos sentimos obligados a intentarlo de todas formas.

Con esto ha nacido una nuevo trastorno psicológico llamado la enfermedad de la prisa consistente en que, cuando ya la persona se siente desbordada por este tratar de abarcar más y más rápido, su cuerpo le empieza a mandar señales de alerta con trastornos digestivos o del sueño, terminando en un cuadro clínico de agotamiento profundo si no le hace el caso debido.

Y lo peor es que ni nos damos cuenta de esta inercia en la que nos metemos y que nos hace estar enfadados desde que nos levantamos....a veces vas por la calle y delante de ti una persona camina a un paso tranquilo y hasta te estorba. Terminas diciéndole en tu interior aquello tan recurrente entre los conductores..."si no sabes pisarle, ponte a la derecha y no entorpezcas!.

En definitiva....demasiada velocidad y demasiado mosqueo mañanero para terminar el día con la sensación de que la vida se te va y no vas a conseguir tus objetivos más importantes...entre ellos ser feliz y vivir de otra manera a como lo hace tu vecino que se pasa la vida tomando pastillas para todo (para dormir, para despertarse, para tener energía, para quitarse las energías del estrés, para subir, para bajar y hasta para ir de lado).

La única solución a esta espiral viciosa es apearse de la montaña rusa aunque sea en marcha; detenernos y reconectarnos con nuestras emociones para, simplemente, oírnos los propios sentimientos, o al cuerpo que nos grita que ya no puede más y, después, darnos el tiempo que necesitemos para reorganizar nuestros objetivos y prioridades de forma adecuada.

La fuerza centrifuga nos va a lanzar, en el mejor de los casos, más allá del bosque...y eso será lo preferible, porque tendremos una visión desde la lejanía sobre qué es lo que debemos cultivar en verdad. Y el golpe puede ser doloroso si es la primera vez que lo haces...reconocer que vamos en la dirección contraria a lo que siempre habíamos soñado a veces es muy duro.

Quizás está se la forma más clara y sencilla de explicaros aquello mío tan manido de las "vacaciones de mi misma" que trato de hacer al menos una vez al año. Algunos incluso pensarán que es una pérdida de tiempo y que, realmente, deberíamos emplear el tiempo en fortalecer nuestro cuerpo y nuestra mente para sobrevivir a la vida que nos ha tocado en suerte...y a ver si así conseguimos llegar al final de ella con la sensación de que, al menos, ha sido intensa.

Yo sinceramente prefiero parar de vez en cuando para no acabar haciendo mía esta frase que alguien colgó en internet;

 "al término de mis días encontré por fin el sentido a la vida....
y era para el otro lado!"
















jueves, 22 de enero de 2015

PUERTAS ENTREABIERTAS

Recibir en casa visitas de las personas que estimamos es siempre gratificante, y más para una persona solitaria como yo que, cual lobo estepario, busca conscientemente la soledad pero que, pasado un largo periodo de mirar el techo desde la alfombra y de completar puzzles meditando en segundo plano, muchas veces busca el calor de la manada en las frías noches de luna llena.

Como digo, es algo maravilloso encontrar al volver del trabajo la casa iluminada y los ruidos que provienen de la cocina cuando, alguien que te quiere, está preparándote la cena.

Ya veis...mucha libertad y autosuficiencia pero a la hora de hablar de estos detalles y gestos soy la que más los ensalza y echa de menos.

Pero tener a alguien en casa supone también perder intimidad y tener que guardar parte de tus costumbres en un cajón para dejar espacio a las costumbres de esa persona que, al menos temporalmente, forma parte de tu día a día.

Siendo muy franca conmigo misma, también he de reconocer que, tantos años de soltería bien aceptada y asimilada, nos vuelve un poco salvajes y que, pasadas unas semanas de dulce convivencia, las cosas se empiezan a descuadrar y el espacio construido para los hábitos ajenos terminan pareciéndote demasiados holgados.

Una de las cosas que menos soporto en esta convivencia, es encontrarme con las puertas entreabiertas...fijaros qué cosa más insulsa y sin sentido le puede hacer perder la paciencia a una persona a la que todo el mundo ve como de la más serenas y tranquilas. Aunque mirándolo bien,  hay leyendas urbanas que cuentan que manías mas tontas han provocado divorcios y casi asesinatos.

Pues sí...ese es mi punto débil desde que, allá en mi juventud, me acostumbre a caminar por casa descalza y casi siempre a oscuras. Pocos son los que me han visto en mi salsa, y saben que continuo haciéndolo sin tapujos si quien me visita es de mi total confianza (eso y sentarme en la alfombra en vez de quedarme en el sofá o leer el periódico en posturas raras). 

Cuando caminas en la seguridad de conocer perfectamente el pasillo de tu casa, dónde están situados los obstáculos y a qué altura se encuentran las puertas que has de cruzar, pasa que, una de dos, o extiendes la mano con intención de abrirla sabiendo que están cerradas, o simplemente avanzas en la seguridad de que están abiertas del todo.

Que la puerta está entreabierta (o entrecerrada...según te levantes más positivo o que la botella la hayas visto medio vacía esa mañana) te hace suponer automáticamente, al alargar el brazo e introducirlo justo por la rendija que queda abierta, que tienes el paso franco y entonces avanzas con esa creencia...El resultado, en el mejor de los escenarios, es un golpe en la punta de los dedos del pié (la avanzadilla del cuerpo...y en mi caso si protección), o en toda la nariz (la segunda linea de ataque del cuerpo en movimiento) si tengo algo menos de suerte.

Extrapolando a otras facetas de nuestra psique, soy consciente de que en esta vida tenemos una gran predisposición a no cerrar del todo las puertas cuando dejamos atrás una etapa de nuestra vida aún siendo conscientes de que, difícilmente, se puede (o se debe) volver a traspasar ese umbral. He de reconocer que para mi, cerrar una puerta a cal y canto me produce una gran amargura...una sensación de fracaso inmensa y terrible que deseo eludir en la misma medida con la que evito por todos los medios irme de un lugar pegando un ruidoso portazo.

Somos de naturaleza cobarde y tomar según que decisiones poco gratas, nos hace sentir aún más el miedo a que, algún día, descubramos que nos hemos equivocado tras tomar una mala decisión desde la pasión, dejando a nuestras espaldas todas las naves quemadas e inservibles.

Al igual que me pasa a mi en el largo pasillo de casa cuando camino a oscuras y descalza, creo que a menudo nos golpeamos una y otra vez con esas puertas a medio cerrar en la creencia de que, si no las palpas con la mano extendida que te guía, es porque están abiertas de nuevo y la puedes volver a cruzar con seguridad.

Pero también sospecho que esta aptitud nada tiene que ver con otra de las grandes debilidades del ser humano...la de querer nadar y guardar la ropa en un triste e imposible deseo de no tener que elegir entre dos cosas que nos gustan. Pienso que el no cerrar las puertas del todo solo nos ocurre cuando, lo vivido tras ella, ha sido tan maravilloso que te parece imposible que pueda haberse acabado.

Siempre nos queda la sensación de que, si tenemos que salir de esa habitación malva, es solo porque las circunstancias en ese momento así lo exigen...aunque, puede ser (ese es nuestro deseo) que reaparezca de nuevo la coyuntura perfecta que te permita retomar ese trozo de vida justo en el mismo lugar en que lo dejaste. Simplemente encajamos la puerta sin terminar de cerrarla por nostalgia y con el anhelo de pensar que,como dicen los de Quito, solo te hayas ido a volver.

Después pasan los años y, un día, esa rendija descarada con la que te golpeas a veces, te grita desde su oscuridad algo que no entiendes siquiera...porque ha pasado tanto tiempo, que esa habitación ya no te dice nada ni contiene nada que eches de menos....Entonces, y aún con cierta melancolía, la atrancas suavemente comprendiendo que es el momento de cerrarla para que no te moleste al caminar por el gran pasillo de puertas abiertas que tienes en casa.

Dice nuestro amigo Paulo Coelho que siempre hay que cerrar algunas puertas, no por orgullo o soberbia, sino porque ya no te llevan a ninguna parte.

Yo ya he cerrado muchas puertas, algunas incluso con esa ira que nadie recomienda... pero también reconozco que hay algunas, que mas que entreabiertas, las he dejado abiertas del par en par hasta el final de mi vida porque, lo que hay tras ellas, es lo que conforman los sueños que me impulsan cada día a volar.










domingo, 28 de diciembre de 2014

LA LADRONA DE SUEÑOS

En esta habitación de hotel que desde su balcón parece beberse el mar, se respira un olor a regaliz y sal que llena todas mis papilas gustativas haciendo salivar de antemano el festín que voy a saborear dentro de unos minutos.

La noche comienza a acercarse suavemente tiñendo de malvas y rosas el reflejo del cielo sobre el agua del puerto y dotando a las velas de los barcos de un aire romántico y sereno que me hace sentir más deseos aún de tenerle a mi lado....cuanto más tardará en venir?.

Decía un amigo que, estar en una habitación de hotel esperando a un amante, era como recluir a alguien en la oscuridad de un calabozo para evitar mostrar al mundo caricias y besos que otros enamorados se entregan sin pudor en cualquier esquina de la calle o banco del parque. Tiene razón...me siento encarcelada y condenada a cumplir mi condena de desear solo aquello que me está vedado.

La suerte no parece sonreírme ante tanto calor y pasión que deseo dar...parece poner a prueba mi paciencia y yo, testaruda como el mismo mar, que rompe una y otra vez sus olas contra el muelle aún sabiendo que no desplazará ni un milímetro el espigón sobre el que arremete, decido aprovechar las oportunidades de amar que la vida me ofrece, sean exhibibles o no.

Pasan de las 8 ya..no queda apenas nada para que venga....debería tomar una ducha para apaciguar el miedo escénico que me da saber que nada de lo que piense él me debe importar. Ese es mi trato personal con esta aventura. No debo involucrarme en esta historia más allá de un encuentro pasional que exige dejar el corazón en el cajón de la mesita de noche.

Tengo que cumplir con lo pactado, mi objetivo es otro bien distinto y no puedo perder el foco del mismo.

Llaman a la puerta...unos golpes de nudillos dados con cierta timidez...Dejo sobre la inmensa cama el libro que tenía en mis manos...casi no he podido leerlo pendiente de lo que mi imaginación estaba soñando en torno a este encuentro. La hora ha llegado...un último vistazo al cajón donde los sentimientos asoman juguetones pugnando por salir....lo cierro suavemente; así debe ser.

Un "qué pasa guapa?" suena al girar el picaporte de la sólida puerta y mis brazos se enlazan a su cuello para darle un cálido y profundo beso en su jugosa boca...el primero de muchos que esta noche nacerán de mis labios y se estrellarán en su piel una y otra vez como el oleaje sobre la arena de la playa.

La noche pasa entre abrazos, suspiros, gemidos de placer y ese cansancio que tratamos de evitar aprovechando nuestra primera noche sin mirar con insistencia el maldito reloj que a él le devuelve a su vida oficial y a mi a la soledad de los suspiros sin oyente.

La primera oportunidad de recordar qué es dormir junto a alguien que te ha acariciado y amado hasta la extenuación...que desearía darte aún más placer pero cuyo cuerpo pide a gritos descanso hasta el próximo combate.....

Ahora es mi turno, cuando su respiración se hace profunda...cuando las mioclonias de su sueño le mueven manos y pies involuntariamente...es tan hermoso verlo dormir a mi lado. Su piel cálida me produce una sensación gratificante que quiero recordar para siempre.

Y ahora, cuando su sueño es más intenso, acerco mi boca a la suya para cobrarme mi verdadera recompensa....aspiro su aliento que contiene una mezcla de todos sus sueños más dulces y anhelados. Poco a poco entran en mis pulmones, se instalan en mi alma y quedan perpetuamente cautivos allí...secuestrados a mi voluntad hasta que yo desee liberarlos.

Soy una ladrona de sueños que roba sin pudor las quimeras que mantienen vivos a sus amantes...que los hace volar cada mañana cuando miran por la ventana e imaginan ese futuro que tanto les hace feliz.

Por la mañana llega la despedida...unos besos, más abrazos, algo más de placer físico para decir adiós a una situación que no se volverá a dar con la asiduidad que ambos quisiéramos.

Una última caricia en el umbral de la puerta cuando él se va con la sensación de que algo se ha quedado olvidado entre aquellas paredes tan bien pintadas...palpa sus bolsillos; todo está en su sitio; sin embargo....no sabe por qué, pero siente que sus deseos y aspiraciones solo los volverá a ver cuando pueda arañar minutos a su vida para poder quedar conmigo de nuevo.

De repente le invade el sentimiento de que los papeles se han intercambiado y que ahora el prisionero de esta habitación de hotel es él...que yo no soy cautiva en ella...que puedo salir y volver a ella cuando yo lo desee porque poseo dentro de mi alma todos mis sueños intactos...y además me he convertido en la raptora de los suyos.








martes, 25 de noviembre de 2014

EL SONIDO DEL ÁRBOL QUE CAE EN SOLEDAD


No sabiendo cómo complicarme la vida aún más en un año especialmente duro para mí y que me está dejando las secuelas propias de unas pérdidas que aún lloro, se me ha ocurrido la gran idea de complementar mi formación con un postgrado en dirección Financiera que amenaza con hundirme del todo en el gran océano del cansancio anímico.

Con ello estoy dejado en dique seco muchas aficiones, amistades e ilusiones a la espera de disponer de ese tiempo maravilloso con el que me regalo para poder disfrutarlas como se merecen (y me merezco...claro). Entre ellas, como apunta un buen amigo, ha quedado varado mi interés por contaros esas conjeturas casi kafkianas que algunos de vosotros leéis de vez en cuando en este blog. Las entradas (con música o sin ella) que para mi eran parte de mi esencia, últimamente no fluyen como antes.

He de confesar que mi apego por escribir ha sido, en realidad, un necesidad interna que desde pequeña me impelía a plasmar sobre papel el torbellino de palabras que acudía a mi cabeza en cualquier situación por extraña que ésta fuera....subida en lo alto de la peña del patio de mis abuelos en el pueblo...en mitad de una clase aburrida de historia en el cole...sentada en un banco del parque mientras esperaba a una amiga o, incluso, en el puesto de helados mientras aguardaba mi turno para ser atendida.

Era como una marea profunda y arrolladora que no me permitía pensar en nada más por muy necesitada que estuviera de concentrarme en otros menesteres....las manos buscaban el lápiz y el papel para modelar con letras esos pensamientos que me pedían ser ordenados de alguna manera coherente y darles vida, por fin, con alguna forma material.

Igual que siempre, los pensamientos siguen acudiendo a mí para que los haga nacer mediante un parto que, he de reconocer, no me resulta ni duro ni complicado...es solo que ahora los pongo en su lugar y les pido que vayan haciendo cola ante la puerta de mis urgencias porque, ni me dedico profesionalmente a ésto (quién iba a pagar por este "brainstorming" desordenado?), ni puedo permitirme el lujo de atenderles primero cuando mi mente debe acometer otras tareas intelectualmente más lucrativas (el sueldo que me permite liquidar la hipoteca, por ejemplo).

Y este sentimiento de dejarlos protestando en la bandeja de entrada me hace tener otra reflexión aún más exigente y que, sin siquiera inmutarse, se salta los turnos de las demás y aparece obsesiva en las teclas del ordenador preguntándome reiteradamente qué pasa con aquellos pensamientos que no se cuentan y que quedan en la cabeza de pensador.

¿alguien ha ideado algo que, por el hecho de no mostrarlo, no ha llegado ni a existir? ¿existen la ideas y los nuevos conceptos cuando terminan no expresándose?... Y dejadme que vaya aún más lejos....existe el arte, la ciencia y la filosofía  si no se muestra públicamente?

No creáis que este razonamiento es originalmente mío....ya hace tiempo que surgió la duda entre los grandes filósofos sobre la objetividad o subjetividad de la realidad ante la simple cuestión de si en verdad hace ruido un árbol al caer cuando no hay nadie para oírlo...Algunos pensaréis que la solución del enigma es bastante más fácil que aquella cuestión de si fue primero la gallina o el huevo...pero ¿alguien me podría decir si existirían los sonidos si no existieran oídos?

Para Kant, por ejemplo, "el mundo objetivo" debía ser matizado por "el mundo según el observador" ya que lo que percibimos fuera de nosotros es una versión nuestra del mundo, independientemente de como sea éste en realidad. Para otros, el estrépito que causará un árbol al caer creará vibraciones en el aire independientemente de que alguien las pueda percibir o no.

Con ello también reflexiono (yendo aún más allá si me lo permitís) sobre si el arte que llevamos dentro es bueno o malo dependiendo de la crítica de aquellos a los que se lo mostramos....o si simplemente es grandioso porque así lo sentimos incluso antes de darle forma física para poder exhibirlo.

Yo soy de la creencia de la existencia de un mundo interior objetivo...ese que me hace soñar con cosas que son extravagantes para otros...que hace que me ilusione con naderías que gente más inteligente y cultivada que yo desecharía automáticamente....que me permiten otras formas de ver a mis amigos que van más allá de sus defectos o virtudes o que me hacen sentirlos cerca o lejos con independencia de las distancias geográficas cuantificables por la física.

Y para aquellos susceptibles que me creen en guerra con ellos por mis largos silencios, ya les digo que no estoy criticando el deseo de reconocimiento inherente a cualquier expresión artística ya que, cuando uno está ilusionado con su creación, el sentir una buena crítica (sobre todo si es constructiva) nos ayuda a alegrarnos internamente y redoblar nuestro empeño en crecer aún más y llegar más lejos.

Hablo de esas ideas, que muchas veces no mostramos por diversas razones y que todos entendemos que nada tienen que envidiar a lo públicamente expuesto...no solo en el arte...sino en los sentimientos también. Acaso el orgullo del padre callado no es tan bueno como la perorata de algunos progenitores a los que se les llena la boca de la excelencias de sus vástagos?...estremecen menos esos "te quiero" nunca dichos por ser inapropiados pero que nos inundan de una enegía maravillosa?...Es menos pasional y sincero un amor escondido tras la puerta de una habitación de hotel que el que muestran los amantes adolescentes por cualquier esquina del parque?

Yo no sé cuántos árboles han caído en vuestro bosque existencial, pero algo si que os puedo confirmar: todos los que cayeron en el mío, independientemente de que alguien lo haya visto u oído, han hecho el más intenso y maravilloso de los sonidos...(eso sí...de buen grado hubiera invitado a alguno de vosotros a estar presentes en tan magnífico espectáculo).










martes, 21 de octubre de 2014

DETECTOR DE MENTIRAS

Por desgracia he acumulado en mi curriculum vital (ese que no tiene nada que ver con los años laborales computados para tu jubilación sino con el verdadero transcurrir de tu vida) una serie de decepciones sentimentales que han marcado de alguna manera mi forma actual de caminar por el mundo de las relaciones sociales.

Las historias, como todas la que componen nuestro recuerdo, son distintas; con nombres diferentes, y actitudes desiguales...unas tomadas con más o menos tremendismo, otras vividas con bastante más serenidad y capacidad de aceptación; pero todas ellas dejando sus singulares cicatrices en el alma y sus amargos regustos detrás del paladar del corazón.

Y tras las sensaciones dolorosas, enfados teatreros, negociaciones absurdas, dolores de espíritu y aceptaciones finales, uno piensa que no volverá a ocurrir...que la experiencia te va a alertar para no tener que pasar de nuevo por este agónico duelo del que, absurdamente, solo se saca aquello de "la cabeza caliente y los pies fríos" que decía Campoamor.

Pero mi ventaja (o esa mala suerte de la reiteración de que siempre te den las tortas en igual sitio) es que, a base de quedarte analizando varias veces la misma situación y de darle vueltas a la coincidencia de los desencadenantes, desarrollas un sentido especial para descubrir de los inicios de tan dolorosos sucesos.

En mi caso, he evolucionado hacia un sutil detector de mentiras que se ha construido en varias fases: La primera vez se trataba de percepciones en mi cerebro sobre que, lo dicho en determinados momentos, era totalmente opuesto de una conversación oída en un sitio a otra....lo dejaba pasar en la creencia de que, humilde de mí, lo había entendido mal.

En la segunda, fue una sensación menos tenue e indefinida....detecté rápidamente la incongruencia y esta vez no se me ocurrió echar mano de mi inseguridad;...algo no cuadraba y resultó que 2 + 2 terminó siendo 10. Esperé un tiempo prudencial para asegurarme de que hablábamos del sistema decimal y no del binario así que, en cuanto tuve fuerzas suficientes para asumir las consecuencias de levantar la liebre, saqué la baraja y, uno a uno, empecé a poner mis naipes sobre la mesa. 

Reconozco que mientras ponía carta sobre carta, deseaba desesperadamente estar equivocada...que todo fuera fruto de una mente muy escaldada ya por el pasado...lástima que, como de costumbre, terminaba odiando tener la razón a mi lado!. 

Tengo desde hace tiempo un amigo que insiste en afirmar que "cualquiera me engaña a mí!"...pone mi inteligencia por las nubes y pinta mi imagen como si del gran Sherlock Holmes se tratara. Nada más lejos de la realidad....Otros más recientes me llaman directamente CSI aunque la pericia en encontrar huellas invisibles no me está evitando los desencantos.

No hace mucho he vuelto a percibir ese pellizco especial en la parte superior de mi estómago, y de repente, vuelvo a recordar lo fácil que es para mí bajar la guardia y dejar que los demás me engañen cuando, por afectos profundos surgidos de idealizar relaciones, decido confiar ciegamente en alguien que, humanamente, decide que mi cariño y amistad son fácilmente despistables si se sabe poner la cara adecuada y se me dicen las palabras que yo desearía oír.

Noto que este detector de mentiras desarrollado se hace cada vez más infalible....miro una foto descuidadamente y algún detalle llama mi atención....un color especial, una sombra, un efecto y, por arte de magia recuerdo esa misma flor, un día y quizás una hora que no deberían de coincidir tan asombrosamente. Y, de repente, el código binario no casa con el hexadecimal ni con la conjetura de goldbach sobre los números primos.

Se trata de una sensación física casi dolorosa que entra, como un sutnami, por la médula espinal y llega hasta los pulmones dejándote sin aliento. El corazón se acelera como si estuvieras en los últimos metros de tu carrera de 10  kilómetros y notas que los ojos se llenan de un líquido inflamable que llaman lágrimas....Otra decepción!...otro engaño sin sentido justo cuando dejas de ser egoísta y te permites el lujo de volver a soñar!

Odio ese detector de mentiras que se vuelve cada vez más sofisticado....envidio la tranquilidad de la esposa a la que, las infidelidades de su marido, pasan tan solo por ser una época de rarezas o de crisis programada por la década de años que toquen....como dice Lennon "Living is easy with eyes closed
misunderstanding all you see".

Pero dejando a un lado los fiascos amorosos, lo realmente preocupante del tema, es que todo esto que explico se traslada también al campo de esas amistades infalibles que te prometen estar a tu lado en las duras, las maduras y hasta en las que se deshacen.

Y después de mucho tiempo cultivando con todo tu afecto y sinceridad una relación sensata y cálida en la que entregas todo de tí (lo que eres, lo que fuiste, lo que deseas ser y lo que serás) un día esa neurona que todo lo analiza dentro de tu cerebro, vuelve a detectar el engaño...la mentira gratuita con la que, aquel que tu llamas "amigo y cómplice", decide que es más fácil crear un guión digno de Woody Allen que mirarte a los ojos y explicarte que, simplemente, algo ha cambiado.

Los que saben de mi vida y de mi forma de ser, conocen bien mi actitud sobre las responsabilidades y los errores propios....primero analizar los porqués, luego reconocer que siempre es mejor hacer frente a las consecuencias y finalmente tomar las decisiones oportunas para resolver el problema de forma definitiva. Es por ello que me cuesta tener a mi lado a personas que deseen mejor eludir las cuestiones o pretendan que la mentira es una buena herramienta para nadar, guardar la ropa y a la vez batir huevos.

Con la edad me he vuelto un poco menos vehemente...o será que la veteranaría y el sentido común me dicen que no merece la pena gastar ni palabras ni decepciones para recuperar a alguien que manifiesta con sus actos el no haberse molestado en conocerte en profundidad. Si lo hubiera intentado habría entendido lo difícil que le será volver a toparse con una mujer tan cómplice, tierna, empática y generosa como la que ha tratado de engañar....es como si se hubieran bajado del vagón de mi tren sin saber siquiera con quién han compartido viaje y demostrándome lo poco que han disfrutado de él.

Sin embargo....seamos sinceros...¿Realmente, no se miente por temor a perder lo que uno tiene en gran estima?..Me cuesta reconocerlo pero, pudiera ser que la mentira detectada fuera solo una demostración de lo valiosa que he llegado a ser para quien, simplemente, no ha sabido confiar en que mi amistad sería mil veces más grande que cualquier decepción que sus decisiones me hubieran podido ocasionar.

Por desgracia esto no va a evitar el dolor de perder por el camino a aquellos que consideré importantes en mi vida y a los que tanto cuidé y mimé para que fueran felices a mi lado.







domingo, 14 de septiembre de 2014

LA ALFOMBRA MÁGICA DE SHEREZADE

Sherezade miraba a los ojos al sultán que, embelesado por la belleza del relato, esperaba con ansia el final de un cuento que su hermosa narradora nunca terminaría de contarle. Otra historia y otra noche adicional que, gracias a su ingenio, le permitiría vivir un día más.

Alan miraba de reojo a su diosa rubia dando tragos a una cerveza que terminará calentándose en su mano mientras observaba como ella, atenta a las piezas del puzzle, buscaba la que encajaba en esa extraña figura del borde. Aquello no tenía ni pies ni cabeza....varios días intentando llevársela a la cama y cuando por fin ella le invita a subir a su casa, le ofrece una bebida, se cambia en su habitación para ponerse unas mallas deportivas, una camiseta holgada y su propia piel por zapatos. Y después de ésto, que presagiaba una noche interesante,...nada!...ella pone piezas recortadas en un trozo de cartón y él se siente como si fuera invisible.

La divertida Serena levanta de vez en cuando la vista de la imagen incompleta y lo mira con una media sonrisa....no está probando su paciencia pero su actitud le está proporcionando una situación bastante amena...la cara del que ella está segura será su próximo amante es todo un poema; está por coger la cámara y rematar la escena con una foto que colgar en Facebook.

Pero no es de esas que les guste bromear ni reírse de los hombres...no es su estilo. Si algo la ha definido con sus relaciones amorosas es el haber sido siempre sincera y auténtica. Solo pretende crear ese silencio calmo que antecede a la conversación sustanciosa y con sentido común que necesita para explicarse correctamente ante él.

Tiene una bonita sonrisa...una par de hoyuelos se le forman por encima de la comisura de los labios y le dan un aspecto de sencilla franqueza que a tanto ha gustado siempre a los hombres que la han besado.

- Tranquilo...no te he traído aquí para que me veas completar un rompecabezas. Pero lo cierto es que  tú te estás convirtiendo en el mio durante estos dos días que llevo conociéndote. Me gusta tener la seguridad de que aún sé encontrar las piezas que encajen antes de dar ningún paso más contigo.

Alan arquea las cejas y sonríe un poco nervioso...ninguna conquista conseguida a su más puro estilo Don Giovanni le había hablado así....Uyyyy...a ver por dónde sale todo ésto; no se habrá metido en camisas de once varas?

- No te asustes, pintor de sensaciones....los que me conocen un poco saben que soy más gatita que tigresa...no te voy a comer...aunque pensándolo bien....- ella ríe socarronamente mientras le guiña un ojo.

Ambos esbozan un gesto distendido que les hace experimentar esa sensación de "estar en casa" que a todos nos hace sentir tan relajados.

- Llevas piropeándome desde el mismo momento en que nos encontramos; medio en broma me propones cosas que parecen encaminadas a que me arroje en tus brazos en modo romántico o que me tire sobre ti en plancha al más puro "instinto básico". Y te prometo que no tengo ningún reparo en reconocer que, si continuas así, vas a conseguir alguna de las dos cosas. Pero no te equivoques....tus encantos de Don Juan no van a provocar un abandono de mi voluntad

Serena respira profundamente en un casi silencioso suspiro y vuelve a centrar sus ojos en una pieza buscada, encontrada y que encaja perfectamente en un lado de la fotografía que ya se sabe de memoria.

- Si te he traído aquí y te he dado una cerveza mientras me observas silencioso, es porque trato de ordenar lo que te tengo que decir, necesito poder explicarte, sin que suene absurdo, que deberías tener cuidado con lo que deseas....no soy una mujer muy convencional...podemos hacer el amor si es lo que deseas...pero tendrías que sopesar que puede haber "daños colaterales para ti"...te dejo tiempo para que lo medites previamente... Los hombres que han entrado en mi vida en un plano físico y/o anímico nunca han olvidado ni mi cuerpo ni mi alma.

Alan comienza a sentir un pellizco en el estómago de verdadero placer...ni duda de sus palabras porque, de repente, puede percibir la fuerza interior de Serena, su intensidad, su profundidad y se da cuenta de que, como dice la canción, tiene toda la pinta de que tendrá puro veneno en la piel.

Ella se le aproxima....se pone de puntillas para poder acercar los labios al oído de Alan...y casi en un susurro le dice:

- Debes saber también que, si te permito estar de pié aquí sobre mi alfombra, es tan solo porque ya he decidido que hoy no podrás olvidar mi cuerpo....solo me queda dilucidar si, además de a tu garganta, voy arrancar un ronroneo de placer a tu mente que debe estar cansada ya de tanto ruido sin nueces.

El vello de la nuca de Alan se ha erizado casi dolorosamente al sentir el aliento cálido con aroma a canela que sale de la boca de ella. Ahora solo sabe que debe buscar una coraza lo antes posible o, por el contrario dejarse desarmar por esas manos de dedos finos que ahora ella tiene apoyada sobre su corazón.

Él la mira a los ojos, contemplando el abismo de sus oscuros iris....ya conoce que su decisión acaba de salir de lo más hondo de su ser...nada puede temer....nada que perder y tantísimo que ganar....y la besa profundamente notando el ardor de sus labios y la frescura de su lengua.

Con la pierna retira a empujones la mesa que le estorba para, suavemente, tenderla sobre la famosa y mullida alfombra roja del salón mientras sus manos buscan con avidez la suavidad de su piel.

Serena ya ha cerrado los ojos y abierto su alma...y piensa en los abejorros que no han hablado aún con los de la Nasa, o en la linfa bombeada dentro de las alas de las mariposas...pero sobre todo nota el deseo que le está inundando todo su cuerpo.

Alan le coge la cara para obligarla a abrir los ojos y con una voz casi infantil le dice...

- Mi apetitosa Sherezade....déjame viajar contigo en esta alfombra roja.... que, por lo que veo, promete ser tan mágica como tú.

Serena nota la erección de su amante y piensa en algo tan tonto como que los policías de paisano continúan bien armados hasta fuera de servicio....Y en que, en este viaje tan placentero, quizás se acerque a contemplar el sol de media noche más allá de los fiordos noruegos...será una grata experiencia que no se va a perder.