Un día oí que alguien había
sufrido un arrebato sin igual y había cometido una gran locura. Profesional de
éxito, con grandes perspectivas de crecimiento en su empresa, vida solucionada económicamente,
amistades numerosas y sentimentalmente satisfecho con su
pareja…la persona en cuestión era como un décimo de lotería de Navidad premiado, pero con patas.
Envidiado por todos (algunas de
estas envidias hasta eran sanas) y valorado casi como ese Dios en el que todos
debíamos mirarnos….pues lo dejó todo! Casa, trabajo, amigos, pareja,
familia….todo en absoluto; compró un billete de avión y estuvo desaparecido
durante un par de años.
Pronto, los que lo admiraban y
catalogaban de icono, comenzaron a criticar su actitud como reprobable e
irresponsable…en lo mejor de su vida familiar, profesional y sentimental
desaparecer sin dar ni las buenas noches!!!. Otros quedaron
expectantes…confiaban en su buen juicio hasta el punto de pensar que, aunque
nadie lo entendiera, su marcha se debía a una razón bien importante; de esas
que te dejan sin palabras cuando te las explican.
Y un día volvió…más delgado, con
el cabello largo, la piel muy curtida por el sol llevando puestos unos vaqueros que se caían a jirones ….por su aspecto parecía volver de una batalla
terrible de la que, solo por los pelos, había conseguido sobrevivir. Poca gente dejó
de mirar su aspecto derrotado y supo reconocer en sus ojos una luz prodigiosa.
Cuando llegó la hora de las
explicaciones sencillamente dijo que constantemente soñaba con recorrer el mundo que
veía en los documentales de la tele y que quería verlos al natural pero que el peso de la vida que había creado entorno suyo se lo había impedido hasta ahora.
Tan solo pensó que ya había dejado pasar mucho y que ya era tiempo de salir de
la duda….la simple y contundente duda de si merecería la pena la experiencia;
nunca lo sabría hasta que se atreviera a hacerlo.
Yo he vivido algo parecido
durante más de un año, también he dejado todo lo que en mi interior había
cultivado durante años y he salido de
vacaciones indefinidas (hasta donde duraran) para tener claro de una vez para
siempre si realmente merecía la pena ser pandereta en vez de Stradivarius.
Reconozco que los ratos de
despreocupación y de electroencefalograma plano han tenido su gracia, tan fácil
como no pensar en lo que estaba viviendo sino sencillamente sentirlo… ni si era bueno o malo para mí…. ni en si
cuando volviera (si es que finalmente volvía…que claro tampoco lo tenía) ese
huerto que tan bonito y cuidado dejé estaría de hierbajos hasta más arriba de la
valla que lo separaba de la autopista del sinsentido….cómo estarían mis rosas
sin espinas cuando regresara?
Yo, que la droga más dura que he
probado en la vida ha sido el vodka con naranja que me tomaba con los compañeros al salir del
trabajo los viernes, creo que los alucinógenos de diseño de
los que habla la gente deben ser algo así….los tomas y te olvidas por
completo de lo que eres, de lo que debes hacer, de lo que deseas…..incluso de
la mayor responsabilidad que tienes en la vida; esa ineludible obligación
contigo mismo de crecer y ser feliz.
Y vives una loca aventura no real
que te desinhibe y te hace convertirte en cualquiera…..sí, cualquiera; el
primero que pase por la calle…el chistoso, el bailarín, el ligón que se las lleva a todas de calle….y en ocasiones hasta el tonto del pueblo que
vende el burro para comprar el carro.
No es mala experiencia; dejarlo
todo para saber, de una vez por todas, si la vida de despreocupación que viven
otros es tan buena….tener claro si esas “comeduras de tarro” que llevo
padeciendo toda mi existencia realmente tienen sentido o si llevo casi 50 años
equivocándome. He querido entender definitivamente si, vivir sin oírme por dentro, es realmente tan maravilloso como me decían algunos personajes de mi entorno
(…es que tu “rulas” demasiado….las cosas son más simples….lo que tienes que
hacer es vivir en vez de pensar tanto).
Pues bien, mis queridos
amigos….acabo de desembarcar y estoy junto a la cinta de equipaje esperando que salga mi vacía maleta;
ya he vuelto de este largo viaje a ninguna parte. Vuelvo con los pies doloridos de
tanto esperar en una esquina a que llegara algo realmente extraordinario,
con la boca seca de hablar a oídos que no saben escuchar y con las uñas rotas
de tanto escarbar buscando oro donde lo más brillante que había era el papel de
aluminio que envolvía el bocata. Eso sí…he viajado un poco y he visto sitios
que desconocía, he tenido manos que me han ayudado a cruzar un arroyo y he
aprendido que mentir, muchas veces, evita dar explicaciones a quien no las va a
entender nunca (que todo no va a ser negativo….).
Tengo un amigo que me ha cuidado el jardín en
mi ausencia porque consideraba valioso lo que allí había sembrado….sabía que
volvería tarde o temprano (gran amigo este cazador de mariposas) y ha sabido recordarme las cosas buenas que debía mirar en mi interior cuando, explicándole mis dudas, le enviaba una postal de vez en cuando. Así que mis rosas siguen bien regadas donde las dejé,
aunque ahora necesiten más mimos para compensarlas de tanto abandono.
Ya estoy en casa de nuevo y
esperando que la gente sepa ver en mis ojos y no en mis ropas si realmente este
viaje me ha merecido la pena (porque eso no lo voy a contar...quiero que quede para mí propio
secreto); pero sí que puedo adelantaros que, la duda que me corroía desde siempre, finalmente ha dejado de
existir en mi cabeza y en mi alma.
Hey, I’m here and……connected!